Mujer
Susana Camarero, presidenta de la Comisión de Igualdad del Senado
“El Pacto de Estado contra la Violencia es el mayor reto que tenemos sobre la mesa y no podemos fallar a las víctimas ni a la sociedad”
28/04/2017
Blanca Abella - Imágenes: Jorge Villa
Susana Camarero junta sus manos a modo de plegaria mientras ruega que se logre alcanzar el Pacto de Estado contra la Violencia de Género, “es nuestra obligación, no podemos fallar”, asegura. En caso contrario, ella misma se sentiría incapaz de dar respuestas, “no podemos darle la espalda a las víctimas”. En su responsabilidad actual tiene clara la necesidad de dar paso a todas las voces y siente un gran compromiso con las mujeres con discapacidad, con las que quiere trabajar mano a mano para lograr una visión más clara de su realidad, para visibilizar la situación de mayor vulnerabilidad ante la violencia de género que denuncian y para ayudarlas en su afán de empoderamiento.
La igualdad sobre todo es la equidad, el equilibrio en derechos, que las mujeres y los hombres podamos tener los mismos derechos, las mismas oportunidades y podamos llegar igual de lejos, algo que ocurre en el papel, en la ley, pero todavía sigue sin ocurrir en la realidad.
"Sigue habiendo una brecha laboral real que tiene mucho que ver con el reparto de trabajo, con que las mujeres sigamos siendo las que pidamos las excedencias en más del 90% de los casos"
¿Por eso se hace tan necesario insistir en la creación de instrumentos e instituciones que velen por ella?
No hemos llegado donde queremos llegar, que es esa igualdad real en el día a día, más allá de lo que impongan las leyes. La Constitución y la legislación nos dicen que hombres y mujeres somos iguales pero luego llegas al mercado laboral y te encuentras barreras, que son invisibles, pero que existen y te impiden, no llegar pero sí mantenerte en el puesto de trabajo y sobre todo ascender. Esos techos de cristal que todavía siguen… sigue habiendo una brecha laboral real que tiene mucho que ver con el reparto de trabajo, tiene que ver con que las mujeres sigamos siendo las que pidamos las excedencias en más del 90% de los casos, que las mujeres no lleguemos a lo más alto en el mercado laboral, pero siguen existiendo una serie de barreras que nos impiden ser iguales y por lo tanto, hasta que no consigamos esa igualdad, hasta que no consigamos vencer a la violencia de género y las desigualdades del día a día, tenemos que seguir trabajando.
¿Es un problema de falta de normas y actuaciones o de conciencia y cultura?
Es sobre todo concienciación y sensibilización, es una cuestión de cambio de filosofía, de mentalidad en muchos casos. Las leyes están ahí, hay una ley de violencia de género que nos protege a las mujeres y sin embargo sigue habiendo violencia; hay una ley de igualdad que obliga a que las empresas permitan que las mujeres lleguen a lo más alto y sin embargo sigue habiendo techo de cristal y el porcentaje de mujeres que llegan a puestos directivos dista mucho de ser equilibrado; esa misma ley de igualdad prohíbe diferencias salariales y, sin embargo, hay una desigualdad vertical que provoca que persistan las diferencias salariales. Todo eso es necesario combatirlo.
¿Cuáles son los principales obstáculos a derribar para alcanzar esa igualdad?
Básicamente esas barreras. Hay datos sorprendentes que dicen que el 60% de los licenciados son mujeres y que las mujeres decidimos el 80% de las decisiones de compra, pero a la hora de llegar a la cúspide de una empresa, las mujeres representamos el 30% de los puestos directivos. En las empresas del Ibex, las mujeres seguimos estando en un 19% de representación. Es verdad que en los últimos años se ha incrementado esa presencia de manera sustancial, pero sigue habiendo un desnivel.
"La realidad nos dice que cuando una mujer llega a lo más alto en la empresa, hay mayor productividad y mejor clima laboral"
¿Cree que se debe imponer la igualdad, los cupos o una discriminación positiva en empresas e instituciones?
No creo en las cuotas en las empresas. En algunos países de nuestro entorno han funcionado, pero en otros no. En este país el 80% del empleo proviene de las pymes, no puedes obligar a las empresas a que contraten más o menos mujeres, tienes que concienciar a la empresa de las bondades de contratar a las mujeres y tienes que facilitar instrumentos para que las mujeres puedan llegar.
Creo que hay que hacer una buena selección de personal en las empresas, los sistemas de elección muchas veces favorecen al hombre y por ejemplo, el
Ministerio de Sanidad está planteando la posibilidad de que haya un currículum ciego, en el que no se sepa si eliges a un hombre o una mujer. Habrá que establecer mecanismos para que no haya diferencias a la hora de seleccionar y las propias empresas deben darse cuenta de la importancia de que haya mujeres en las empresas. La realidad nos dice que cuando una mujer llega a lo más alto en la empresa, hay mayor productividad, mejor clima laboral, menos bajas, es decir, que las mujeres somos productivas y rentables, estamos preparadas pero no estamos llegando.
"No creo en la conciliación, creo en la corresponsabilidad, en que los repartos de tiempo sean equilibrados"
También es verdad que hay una segunda parte en la que debemos trabajar y es la conciliación y corresponsabilidad, yo no creo en la conciliación, creo en la corresponsabilidad, no consiste en que nos den un ratito a las mujeres, consiste en que de verdad los repartos de tiempo sean equilibrados. Si llegamos a facilitar esa corresponsabilidad, también más mujeres querrán llegar, porque hay veces que las trabas las ponemos nosotros mismos.
Quizás no es solo un problema de productividad, ya que entre las organizaciones del tercer sector, se dan los mismos desequilibrios, los líderes o representantes de la sociedad civil suelen ser también hombres.
Porque nos quedamos a mitad de la pirámide, del recorrido. Las mujeres nos formamos, luchamos, llegamos, pero en el último ascenso, en la máxima responsabilidad, no llegamos. Pasa en el tercer sector y en el resto de instituciones, como pueden ser los sindicatos. Al final son ellos los que están en lo más alto, ese es el techo de cristal, llegas a un nivel medio. Muchas de nosotras nos quedamos en el camino, muchas deciden en un momento de su vida entre ser madre o seguir creciendo en su puesto laboral. Por eso nos quedamos en medio del camino, porque paramos nosotras mismas. Hay empresas modélicas en buenas prácticas, que tienen teletrabajo, ayudas para escuelas infantiles, horas para padres o madres en acompañamiento a sus hijos, flexibilidad horaria… al final lo que cuenta es la rentabilidad y España es el país con más tiempo en el puesto de trabajo y que menos productivo es, porque no utilizamos el tiempo o lo perdemos; la racionalización de los horarios es una de nuestras grandes asignaturas y también influye en el caso de las mujeres. Es absurdo que exista tanta disparidad entre el horario de trabajo y el escolar, hace muy complicado compatibilizarlo y, al final, ¿quién renuncia? La mujer. Y esa es la mentalidad que tenemos que cambiar nosotras mismas y la sociedad. ¿Cómo? La empresa debe flexibilizar y adecuar horarios, mejorando la corresponsabilidad. Si repartimos de manera equilibrada el trabajo, el de casa, hijos y empresas, será mucho más fácil para nosotras llegar.
"Dejemos de sacrificarnos y de ser nosotras las que siempre renunciemos, es mucho más fácil si repartimos las cargas, si equilibramos. Dejemos de querer ser súper heroínas"
¿Cómo se pueden favorecer esos cambios en tantos entornos, y tan sustanciales, en el día a día de personas, empresas, instituciones?
No hace falta mejorar la ley, aunque también, pero sobre todo hay que cambiar las mentalidades, ser conscientes nosotras, ellos y las empresas de los beneficios de que una mujer llegue a lo más alto, porque puede llegar.
Hay un programa, se llama ‘Promociona’, que se hace desde la Dirección General de Igualdad del Ministerio de Sanidad, de promoción de la mujer, en el que hay tutoras que ayudan a las mujeres que se encuentran en un nivel intermedio en la empresa a que asciendan a lo más alto y está dando un resultado buenísimo. Hay que tender a eso, a que las propias empresas también se comprometan y ayuden a otras mujeres a llegar.
Las mujeres tenemos que mentalizarnos de que es perfectamente compatible la familia con el trabajo, no suponen sacrificios, deberíamos llamarlos equilibrios familiares porque si lo compartimos es más fácil, esos equilibrios además deben estar facilitados por las herramientas que debe poner la empresa. Pero dejemos de sacrificarnos y de ser nosotras las que siempre renunciemos, es mucho más fácil si repartimos las cargas, si equilibramos. Dejemos de querer ser súper heroínas.
Y cuando entra en juego otra variable, como es la discapacidad, ¿qué panorama nos encontramos en esa demanda de igualdad?
Hay una mayor vulnerabilidad. Con ellas hay que hacer un esfuerzo muchísimo mayor. Soy una apasionada de estos temas. La política social, de igualdad, de discapacidad… donde he trabajado toda mi vida, se te mete en las venas, llega al corazón y ahí se queda. Y cuando conoces la realidad de las mujeres con discapacidad te das cuenta de su mayor vulnerabilidad y discriminación. He trabajado con Ana Peláez antes incluso de que se creara la
Fundación CERMI Mujeres y con la propia fundación desde su creación, también he estado con ellas en la Ia Conferencia Sectorial de Mujeres con Discapacidad que se celebró en el Congreso, y me he comprometido para que el siguiente, si puede ser, se celebre aquí en el Senado, y creo que es fundamental el trabajo que desarrollan, es fundamental la visibilidad que ellas están aportando y el ejemplo de mujeres como Ana Peláez, Concha Díaz o Pilar Villarino, y tantas y tantas mujeres que demuestran que se puede llegar tan lejos como se quiera y que las barreras son mentales, son un ejemplo y es necesario esa visibilización, necesitamos entender muy bien a las mujeres con discapacidad para poder actuar y ayudarlas.
"El Gobierno ha hecho mucho gracias al CERMI, sus reivindicaciones son necesarias y aportan un plus al trabajo de la Administración"
¿Qué le inspira el movimiento que está cogiendo tanta fuerza en torno a esa Fundación CERMI Mujeres y su afán por empoderar a mujeres y niñas con discapacidad?
La discapacidad tiene unas entidades sociales del Tercer Sector muy organizadas, muy potentes, que se mueven mucho y que nos arrastran a los demás, arrastran a los parlamentarios, al legislativo, y arrastran al ejecutivo. El Gobierno ha hecho mucho gracias al
CERMI. Como secretaria de Estado he tenido una magnífica relación con ellos, porque me los creo y porque creo que sus reivindicaciones son necesarias y aportan un plus al trabajo de la Administración. En la legislatura pasada pusimos en marcha la Mesa del Diálogo Civil, porque necesitábamos tener ese contacto diario y que asunto que tuviese que ver con el Tercer Sector, fuese el ministerio que fuese, pasase por esa mesa. Hemos logrado avances sustanciales trabajando con ellos, la inembargabilidad de las pensiones, la tarjeta de aparcamiento, las cuentas durmientes que sirven para menores con discapacidad… reivindicaciones históricas del sector que no se habían puesto en marcha y que gracias al apoyo y la insistencia del CERMI al hacernos ver que eso era necesario, se pone en marcha. Se ha conseguido una cosa que es importantísima, aparte de muchísimas leyes, y es que cada norma que se aprueba en este país tiene que tener la perspectiva de la discapacidad, igual que antes ocurría con la perspectiva medioambiental o de igualdad. Hacen una labor impagable, la colaboración de las entidades con el Gobierno es lo que nos ha permitido avanzar en los últimos años. Es verdad que queda mucho por hacer.
En el caso de la Fundación CERMI Mujeres también. Como presidenta de la Comisión de Igualdad una de mis primeras reuniones fue con CERMI Mujeres y ellas han venido a la Comisión de Igualdad del Senado y han presentado la aplicación Pormí. Me parece fundamental que la sociedad, a través de nosotros, de los representantes de los ciudadanos, conozca lo que hacen las entidades y qué mejor manera que comparecer en una comisión y explicar un instrumento tan importante para las mujeres con discapacidad que padecen violencia de género. Van a venir dentro de poco a la ponencia de violencia de género que tenemos en el Senado para contar los problemas específicos de las mujeres con discapacidad y a dar soluciones para aportar a ese pacto de Estado, que sin duda debe tener un apartado y una visión especial hacia las mujeres con discapacidad.
"Nadie entendería que los partidos políticos no nos pusiésemos de acuerdo en algo que está demandando la sociedad, no les podemos dar la espalda a las víctimas"
¿En qué momento está ahora el Pacto de Violencia y qué trabajos afronta en los próximos días?
El Paco de Violencia es uno de los grandes retos que tenemos sobre la mesa. En la conferencia de presidentes que se celebró en el Senado hace unas semanas, uno de los grandes acuerdos de las comunidades autónomas fue llegar a este pacto, a las pocas semanas vino la Ministra de Sanidad a comparecer con todas las comunidades autónomas y se han aprobado unos puntos básicos sobre los que hay que trabajar. En paralelo, en la ponencia en el Senado estamos recibiendo comparecencias, en pocos días precisamente va a comparecer la Fundación CERMI Mujeres y la
CNSE, y queremos llegar al mes de julio con un acuerdo.
Es necesario cumplir ese mandato que nos han dado las comunidades autónomas y el propio presidente del Gobierno, es imprescindible y es el momento de llegar a ese pacto. Nadie entendería que los partidos políticos no nos pusiéramos de acuerdo en algo que está demandando la sociedad, no les podemos dar la espalda a las víctimas, que están esperando este pacto. Es un reto y una responsabilidad, del Congreso y del Senado y por supuesto del Gobierno, llegar a ese pacto, creo que es posible, nos hemos trazado una hoja de ruta y tenemos el compromiso de querer llegar. Ahora tenemos que ver hasta dónde podemos llegar porque con cada comparecencia que tenemos se nos abre más el abanico, porque cada vez vemos más necesidades, hay que mejorar y modificar algunas cosas de la Ley de violencia, desarrollar algunas cuestiones que aún no se han desarrollado, pero en paralelo, hay que trabajar en normas de comunidades autónomas, en instrumentos y en otras cuestiones que no son de la propia ley. Está siendo un trabajo bastante complejo porque la ley integral y la violencia de género abarcan muchos aspectos. Creo que la ley fue un hito en su momento, con sus fallos iniciales y sus fallos de desarrollo, pero nos tenemos que sentir orgullosos de dónde llegamos, ha sido copiada por muchos países de nuestro entorno, pero es el momento de mejorarla y darle la vuelta que necesite para que de verdad la violencia de género cese.
¿Cuál es el aspecto más crítico o el principal foco de atención en este pacto?
Nos vamos a centrar en la parte de prevención, todos los comparecientes nos dicen que es un problema de educación, es decir hay que centrarse mucho en la formación, la concienciación, la sensibilización, no solamente en los colegios, en la formación en cada uno de los hogares, que la sociedad se conciencia de lo que es violencia de género porque los estudios nos dicen que un 97% de los ciudadanos rechazan la violencia de género, sobre todo la violencia física, pero hay otro tipo de violencia que no se ven igual. Además, lo que estamos viendo es la punta del iceberg y aunque cada año desciende el número de víctimas, pero una es suficiente, por lo tanto no nos podemos conformar porque ahí está. Y una parte que nos preocupa mucho es la parte de los jóvenes, porque vemos retroceso en nuestros jóvenes, ¿por qué estos jóvenes que se han educado en libertad, con la Constitución, con una ley de violencia de género, reproducen conductas violentas?, ¿por qué admiten situaciones de control?, ¿qué estamos haciendo mal? Hay que analizarlo y ver cómo podemos actuar. Hay que actuar en la protección, en la recuperación de las víctimas, desde la recuperación psicológica, la restauración y, por supuesto, la de sus hijos, porque ellos son víctimas de la violencia de género.
Es todo muy complejo, muy amplio y es el mayor reto que tenemos hoy sobre la mesa pero también la mayor de las responsabilidades, y no podemos fallar, ni a las víctimas ni a la sociedad.
"Creo que hay una conciencia y un compromiso muy claro de los grupos parlamentarios de la necesidad de llegar a este pacto, y el pacto tiene que salir, como sea"
¿Existe ese firme compromiso por parte de todos los grupos políticos e instituciones, hay sintonía y esfuerzo para alcanzar este Pacto de violencia?
Hay un compromiso unánime del Gobierno, de las comunidades autónomas, pero también de los grupos parlamentarios. En el caso del Senado, y estoy convencida de que en el Congreso ocurre lo mismo, la relación de los ponentes de la comisión es magnífica. Creo que hay una conciencia y un compromiso muy claro de los grupos parlamentarios de la necesidad de llegar a este pacto, y el pacto tiene que salir, como sea. No podemos no sacar este pacto de Estado, es nuestra obligación, no podemos fallar.
"Creo que las víctimas de violencia de género con discapacidad están menos incorporadas en la ley de violencia de género y en este pacto no podemos dejarlas al margen, tenemos que conseguir una visión más clara"
En el caso de la discapacidad, ¿cuáles son los puntos que trabajan conociendo ya algo más la realidad de este sector tras sus contactos con la Fundación CERMI Mujeres?
Es muy importante que con este nuevo pacto consigamos que en los estudios e índices, se computen las mujeres con discapacidad que sufren violencia de género porque al final lo que no conoces no existe, cuando no ves un número real no te das cuenta de la magnitud del problema y por lo tanto no puedes poner remedio.
Creo que las víctimas de violencia de género con discapacidad están menos incorporadas en la ley de violencia de género. Tanto desde la sensibilización como desde las medidas de protección. Son víctimas, son mujeres, pero también padecen una doble discriminación y hay que hacerlas más visibles, ayudarlas más y saber más. Según los datos de las expertas de las entidades de la discapacidad, las mujeres sufren un porcentaje de violencia de género bastante más elevado que el resto de mujeres, además sufren violencia y agresiones desde su entorno más cercano, de sus cuidadores en muchas ocasiones, o de personas con las que tienen una relación de dependencia, por lo tanto les cuesta más llamar la atención, denunciar, pedir ayuda. Tenemos que decirles a las víctimas que tienen apoyos y aumentar esa protección. Atenderemos a lo que nos digan desde la Fundación CERMI Mujeres, que nos digan cómo aumentar esa protección. En este pacto no podemos dejar al margen a las mujeres con discapacidad que son víctimas de violencia, tenemos que conseguir una visión más clara de la que hay en la ley.
Hay mucha violencia hacia las mujeres con discapacidad por las dificultades de la denuncia, porque muchas son dependientes, dependen de las personas que las maltratan y por lo tanto es mucho más difícil salir de ahí. Y hay mujeres con discapacidad que no saben detectar la violencia.
Uno de los problemas de la violencia de género de mujeres con y sin discapacidad, es que las mujeres no asumen que son víctimas de violencia, por eso es tan importante que expliquemos y formemos. En 2015, en una encuesta a jóvenes sobre violencia de género, el 30% de ellos admitían un tipo de violencia que no asumían como tal, pero tras explicarlo y hacer campañas de sensibilización, hubo una avalancha de llamadas… no se identifican determinados comportamientos con violencia de género, por eso son tan importantes las campañas de sensibilización y el trabajo que se desarrolla en los colegios. Hay muchos convenios de colaboración y estamos trabajando en red con la policía, con la
Federación Española de Municipios y Provincias, con Educación, para que en el colegio reciban unas clases, igual que lo hacen con Seguridad vial, de acoso escolar y de violencia de género, porque no la reconocen.